Las relaciones humanas es uno de los temas más ricos para abordar en una historia ya que el mismo puede ser contado desde múltiples puntos de vista. La amistad es una de ellas, y ofrece una cantidad de aspectos que muy probablemente la mayoría de las personas o lo experimentaron o pueden entenderlo de alguna forma u otra. Cualquier ser humano vivió al menos más de un tipo de amistad, con distintas intensidades y diferente el vínculo que los reúne. Incluso se podría pensar que la amistad se diferencia también por género. Claramente entre hombres y mujeres tenemos maneras diferentes de expresarlo y de vivirlo. Una misma amistad varían en el tiempo: inicia de una forma y después cada persona crece. Alguna se cortan, otras se reencuentran, otras se mantienen igual desde el primer día, para bien o para mal.
Sobre estas cuestiones ronda Baraka, en el teatro Metropolitan y le agrega una vuelta de tuerca al contar la amistad entre cuatro hombres y sus vinculaciones a partir de un conflicto puntual. Este disparador va servir para que se pongan en juego la lealtad, la honestidad, los miedos y los prejuicios entre otras cosas. Los actores son Juan Leyrado, Dario Grandinetti, Jorge Marrale y Hugo Arana, aunque la función a la que asistí lo reemplazaba Vando Villamil.
Desde ya quien se “come el espectáculo” es Marrale. Probablemente porque su personaje sea el más especial de los cuatro, pero también porque demuestra en escena que es un gran actor. Muy alejado de los personajes a los que el promedio de la gente está acostumbrada a verlo, acá encarna a un drogadicto rehabilitado pero totalmente pasado de rosca y hace que los momentos más álgidos de la obra sea cuando su personaje está en el medio. Si resulta por momentos exagerado ya que está muy arriba todo el tiempo, pero habría que ver como se comporta en la vida normal una persona que sufrió como este personaje.
Grandinetti también está muy bien y logra mostrar la miserabilidad que tienen la mayoría de los empleados estatales: frustrados, aburridos, sin ningún tipo de motivación y en el fondo, miedosos. Leyrado está correcto, tiene sus momentos graciosos y en los dramáticos hace que su personaje sea el más desagradable. Si pareciera que este personaje ya lo hizo, o por lo menos tiene cosas que resultan repetitivas en comparación con trabajos anteriores. De los cuatro es el que menos sale de norma habitual, al menos en esta obra. Por último Vando Villamil resultó un poco desdibujado en comparación al resto de la obra. Resultó el más flojo de todos, aunque probablemente tenga que ver con que es un reemplazo. Si bien estuvo prolijo, uno sale de la sala del teatro pensando “me gustaría volver a verla con Arana”.
Además está la participación de Carla Pandolfi quien encarna un personaje poco relevante al principio, pero luego va a hacer que los protagonistas saquen afuera su costado más vulnerable. En cuanto a la escenografía todo transcurre en el departamento del personaje de Grandinetti por lo tanto no resulta muy jugado que digamos. Si es interesante en la resolución de la obra el juego que se hace con la iluminación desde un costado para cambiar de escena y de tiempos narrativos ya que la luz es recortada por unas estanterías que tiene adelante por lo que crea unas franjas de luz que funcionan a la perfección y acentúan el dramatismo.
Con respecto a la historia y a obra en general, es un buen espectáculo, totalmente recomendable aunque es bueno hacer ciertas salvedades. La historia mantiene un ritmo con diálogos intensos que al menos en el final se ve un poco diluido. Si bien cierra lógicamente y el espectador no se va defraudado, hay hilos que quedan sueltos y hace que la obra caiga un poco. Si bien se llega a un momento de climáx y tensión, la realidad es que la resolución del conflicto no le termina de quitar el aliento al espectador. Probablemente muchos lo justifiquen con que el cierre es %100 dramático y pretende generar cierta sensación de vacío. En lo personal considero con que los diálogos no están a la altura de la situación, no logran acompañar ese desenlace tan shockeante para la sala y los protagonistas.
Debo admitir que más de una vuelta me ha tentado ir a ver esa obra, aunque lamentablemente sea por el personaje del Mortal Kombat 😛