Arrancó en París el segundo Grand Slam de tenis del año, Roland Garros, el torneo más importante de tenis sobre de polvo de ladrillo y el que más atrae al público argentino. Y quizás alguien diga ¿en serio che? ¿Y por que?

Es que parece haber un cachito de identidad argenta en el tenis, y especialmente cuando se juega en la tradicional superficie de canchas lentas. Basta un poco de polvo de ladrillo ensuciando unas zapatillas blancas para que el imaginario colectivo se active y rememore a Vilas y Clerc, a los partidos de Copa Davis relatados por el (ex) Gordo Bonadeo, o a los grandes partidos de la última gran generación, que hoy están cerrando Nalbandian y Chela, pero donde también supieron brillar Cañas,  Coria y “el gato” Gaudio. Párrafo aparte para los partidos entre estos dos últimos , que no se querían nada y por eso cuando se enfrentaban era un show de actitudes y gestitos provocadores. Encima eran buenos de verdad. Tanto que en 2004 Coria y Gaudio disputaron la final de Roland Garros, un partido largo, cambiante y bien emotivo que se lo terminó llevando Gaudio, festejándolo bien a su estilo: a las puteadas. Lastima que duró poco, porque al año siguiente apareció un tal Nadal y se acabó la joda…

Pero basta de tanto recuerdo reciente y volvamos al 2011. ¿Cual es el panorama del torneo parisino para este año? Si hay que hablar de un favorito, este sin ninguna duda es Novak Djokovic. Nole, así su apodo, está intratable: 37 partidos jugados este año y todos ganados, llevándose casi todos los títulos más importantes, el Abierto de Australia y los Masters 1000 de Indian Wells, Miami, Madrid y Roma. No solo eso, en todos los Masters venció en la final al número uno del mundo, Rafael Nadal, y en los últimos dos nada menos que sobre canchas lentas.

Y eso que el “Rafa” Nadal no es un rival cualquiera: cinco veces ganador de “Rolanga” y  mencionado por la crítica del tenis como “el mejor jugador de polvo de la historia”. Su juego seguro, sus defensas increíbles y esa mentalidad híper competitiva-ganadora (y sumamente exasperante) lo perfilan como el probable gran retador.

Un escalón atrás está el gran Roger Federer. Si bien en 2010 se llevó el Torneo de Maestros (donde se reúnen los mejores 8 jugadores del mundo), este año su nivel no ha sido el mismo, y por ello solo ha logrado un título en enero. Pese a estar en el final de su carrera, su calidad es indiscutible y toda su historia lo respalda.

Alguien que quizás pueda dar el gran golpe es David Ferrer. Talentoso y de estirpe aguerrida como Nadal, en 2011 el español viene peleando palmo a palmo con los mejores. Además en París encontrará su superficie preferida, y por eso es un rival que con el que nadie quiere cruzarse.

Volviendo a los tenistas argentinos, las expectativas no son muy alentadoras. Juan Martín Del Potro ha tenido una excelente primera mitad de año, llevándose dos torneos y volviendo a ser el de antes, pero recientemente ha sufrido un desgarro de cadera que lo alejó unas semanas de las canchas. Si bien participará del torneo, su físico plantea una gran incógnita. David Nalbandian no tendrá la misma suerte ya que sigue reponiéndose de alguna de sus permanentes lesiones. El resto de los argentinos (como Chela y Mónaco, etc) quizás puedan avanzar algunas rondas iniciales, pero no más que eso.

En resúmen, Nadal y Djokovic parecen firmes candidatos a encontrarse en la final. Pero en un torneo largo con partidos a cinco sets nada es seguro y habrá que ver como influyen las lesiones y el cansancio. Eso si, los dos jugadores ponen mucho en juego: si Nole alcanza el partido decisivo desplazará al Rafa como el mejor del mundo, y si es campeón se convertirá en el jugador con más victorias consecutivas de la historia. Y si la garra y tozudez de Nadal se imponen, se consagrará como el jugador más ganador de este torneo.

Son muchos los condimentos como para estar atentos a lo que suceda en las próximas semanas en Paris. Será cuestión de ver cual de estos extraterrestres logra demostrar más coraje. Y para nosotros, simples espectadores, por suerte será tiempo de relajarse y gozar de este siempre atractivo torneo.