Si estas con ansias de ver una película sorprendente, con escenas de acción cortas pero impactantes, drama para llorarte hasta las medias, tensión sexual como para dejar mal paradas las novelas de Corin Tellado y un gran desarrollo de la temática sobrenatural y la eterna dualidad del bien y el mal dentro del alma humana, te sugiero fuertemente que te mantengas alejado de la segunda parte de la saga de Stephenie Meyer (se escribe con una “E” Sr. Asimov).

Lo primero que debo decir de esta saga, tanto literaria como fílmica, es algo que de tan simple, se pasa por alto: El deseo irrefrenable de alimentarse y la tragedia de tenerlo que hacer a costa de vidas humanas; el eterno dilema entre la juventud eterna y la maldición inevitable de la inmortalidad solo llega hasta lo profundo de nuestra alma y retuerce nuestras fibras mentales hasta la locura si cuenta con un elemento ineludible en la eterna ecuación del monstruo mítico: la sangre.

Este es el principal ingrediente que falla en aparecer en la ficción de amor vampírica que nos propone la autora, quien, obviando las reglas y delicias del género de terror de monstruos, nos cuenta una historia que nada tiene que ver con muerte y pasión, sino con asuntos del corazón y situaciones adolescentes en sus típicos escenarios.

Los primeros tres libros los leí luego de ver la primer película y antes del estreno de la segunda. Y me sorprendí increíblemente cuando note lo muy mal adaptadas que estaban las versiones fílmicas, teniendo en cuenta que hay que tener talento para empeorar lo que ya de por si es insípido.

Los monstruos agazapados en la noche en estos libros sufrieron una transfiguración que los conduce a un estado de normalidad que nada tiene que ver con la atmósfera de horror presente en este tipo de literatura.

El terror a la luz del sol se reemplazó por un miedo escénico de ser encontrados in fraganti brillando como diamante, la nostalgia que supone el vivir en una noche eterna alejados de la luz que da vida al mundo es cambiada por un ligero abatimiento por tener que vivir en un lugar lluvioso y nublado.

Incluso el hombre lobo en esta visión de la realidad no esta condenado a transformarse involuntariamente cuando la luna llena se alza en los cielos, sino que puede hacerlo a voluntad y no sufre la perdida de conciencia humana eclipsada por los instintos básicos animales de alimentarse y matar todo lo que se encuentre en el camino.

Así, una maldición capaz de consumir la mente humana más pura, se transforma en la habilidad de un grupo selecto cuyo único problema se puede solucionar con un curso de control de la ira.

Es posible eliminar la carga simbólica, legendaria y emocional de las instituciones eternas del terror y aun así lograr una historia que logre emocionarnos o causarnos un buen susto.Anne Rice logra ponernos los pelos de punta en “Lestat” antes incluso de que al muchacho lo transformen en vampiro; XXXX nos deja paranoicos y congelados con la descripción de un ser que se alimenta de la esencia humana que nada tiene que ver con lo que creíamos saber de la literatura vampírica, e incluso Horacio Quiroga, con “El almohadón de plumas” logra una historia fantástica y terrible sobre chupa-sangres sin salirse del limite de lo natural y posible.

Esta obra –tanto literaria como fílmica sin embargo carece de escenas de acción propiamente dichas o de un suspenso que nos mantenga al borde de nuestro asiento que logre compensar los estragos consumados sobre las tradiciones de horror más célebres. Si lo que esperan encontrar es una historia romántica con personajes clásicos degradados a un mero recurso literario, entonces, léanlo tranquilos. Si lo que les interesa es la película entonces tengan en cuenta que los personajes, de por si sencillos, predecibles y poco agraciados en el uso de la lógica, se vuelven caparazones de cuestionable belleza y cero vida interior.

A pesar del fantástico trabajo del sector de publicidad que se encargo de promocionar imágenes sensuales de sus protagonistas en todo medio masivo de comunicación inventado hasta el momento, el casting es un tanto desacertado (excluyendo a los tres actores principales y la hermana del vampiro adolescente), puesto que los actores mas centrados en sus papeles son los molestos Jessica y mike que logran provocar la misma sensación de repulsa a la cual nos hemos acostumbrado en los libros.

Los vampiros añejos de Volterra, incluyendo a una Dakota Fanning con un exceso de talco en la cara, están tristemente  interpretados, logrando crear una atmósfera de ridículo en un momento donde la emoción y el suspenso deberían hacerse presentes. Quizás esto es causado por las escenas de acción carentes de la estética y dinámica necesarias, o los gestos indescifrables que se vio obligado a perpetrar.Es interesante destacar que no es este el único actor que intenta decir algo que no se comprende, a menos que se haya leído el libro.

Las escenas románticas entre los protagonistas son decididamente desilusionantes, pues en vez de mostrarlos consumidos por una pasión dolorosa e irresistible, solo se percibe un dolor y una cierta repulsión al acercarse que pareciera proceder una grave falta de guía al intentar actuar emociones tan contradictorias como el amor y el dolor físico. Por supuesto se puede  citar también la escena romántica del bosque en donde el lenguaje corporal y la posición en que se encuentran Isabella y Edward evocan más una pareja de cuerpos muertos luego de saltar de un edificio que una escena de idílica ternura.

Acerca de la textura de las pieles y looks de la camada bebedora de sangre debo decir que el filtro azul utilizado en la primer película fue un excelente recurso que creó la extraña ilusión de piel perfecta y rostros inmaculados, que se vio truncada en la secuela, debido a un serio problema de abuso de talco por parte del jefe maquillador (no puedo ni siquiera empezar a hablar del encargado de peinado…).

En cuanto a la música debo decir que si bien en “Crepúsculo” el soundtrack no fue excepcional, en “luna nueva” puedo recordar momentos donde desafortunadamente no podía esperar que la escena concluyera para que cambiara tan poco atractiva selección musical (como la escena donde ella esta en su habitación zombificandose mientras pasan los meses). No esperaba un “Of Wolf and Man” o siquiera un “Fullmoon”, pero tampoco supuse que la selección seria tan insoportable de escuchar.

Antes de otorgar mi puntaje quería señalar que lo que mas me irrito de toda esta cadena de creaciones hormonales y bajo compromiso actoral es la falta de tacto demostrada por la escritora a la que pareció vitalmente importante subrayar la pasión destructiva que puede llevar a consumir el alma y provocar la muerte de quien sea tan débil como para tener relaciones carnales antes de aceptar en su vida una institución cultural que nada tiene que ver con las funciones biológicas de reproducción, como lo es el matrimonio.
El puntaje Grond sobre las películas asciende a la increíble cantidad de 4, siendo tres puntos adjudicados al fabuloso trabajo de los encargados de publicidad.