Un país imaginario con una interesante fusión latinoamericana. Una ambientación colorida basada en la cultura brasilera, su samba, su favela y sus mafias. Una sexy delincuente que busca su destino, una niña que vive una vida de Cenicienta, un amante (y padre) abandónico.
Todo esto prolijamente atado con una animación soberbia y una banda de sonido impactante, compuesta por los brasileros Kassin+2 y producida por el genial Shinichirō Watanabe (Cowboy Bebop, Samurai Champloo).
Estamos hablando de Michiko to Hatchin (Michiko e Hatchin), una de las series que más me enganchó en los últimos tiempos. Estrenada en octubre de 2008 en Japón, sus 22 capítulos son recorridos con una soltura increíble, con un ritmo que te lleva a querer ver capítulo tras capítulo.La serie nos presenta a Michiko Malandro, una tipa con pasado mafioso, que se escapa de una cárcel de máxima seguridad, con el único fin de buscar a su ex pareja, el “cara-e-nada” Hiroshi Morenos, el cual todos piensan que murió en un incidente en una guerra de pandillas.
Esta búsqueda la lleva directamente a Hana (rebautizada más tarde por Michiko como “Hatchin”), quién sería la hija de Hiroshi, y la prueba viviente de que Hiroshi is not dead (?). Hatchin vive maltratada, haciendo los quehaceres domésticos en la casa de un cura, en medio de la nada, que la adopta a fin de conseguir una jugosa subvención del estado (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia).
Y aquí empieza el quid de la cuestión. Siendo Hana la única pista firme sobre el paradero de Hiroshi, y siendo Michiko mujer de pocas palabras, la segunda secuestra a la primera, dando inicio a la trama de la serie, en un esquema similar a esas “road movies” que tanto nos gustan. De más está decir, que a pesar de todo, Hatchin no presenta mucha resistencia al tema del rapto, ya que estaba harta del sacerdote y su familia adoptiva toda.
Es interesante lo bien lograda que está la interacción entre los personajes principales de la serie. Hana, habiendo sido criada en un hogar católico, tiende a ser conservadora, respetuosa y correcta en su accionar. Esto contrasta con Michiko, que es una diva que tiende a hacer antes que pensar, con su conducta marcada por años de prisión, pandillerismo y alcohol barato (?).
Intriga, drama, acción y comedia. Este animé lo tiene todo y mucho más. Si tienen ganas de entretenerse con una serie que se sale de los clásicos estereotipos del animé, Michiko to Hatchin es lo que buscan.
La animacion es MUY cowboy bebop. Le voy a dar una oportunidad.
Vi 14 episodios de Michiko to Hatchin y la deé colgada – al principio me interesaba mucho, pero como se fue poniendo un poco pesada.
Sin embargo, voy a completar la mitad de la serie que me falta y ver qué onda.