Acostumbrado uno a los sitcoms o dramas de las cadenas televisivas de siempre, se halla maravillado ante las series que son (y fueron en su momento) tan originales, tales como Sex and the City, The Sopranos, Band of Brothers, Deadwood, Angels in America y True Blood.
Así es, estoy hablando del Home Office Box, mejor conocido como HBO. Y una de sus más perfectas creaciones es Six Feet Under, de la imaginación de Alan Ball, autor de “Belleza Americana"
La trama cuenta la vida de la familia Fisher, dueña de una casa fúnebre en Los Angeles. La accidentada muerte de Nathaniel (Richard Jenkins), su patriarca, en el primer capítulo, sacará a la luz secretos familiares y condicionará sus vidas. Nate (Peter Krause), el hijo mayor, acababa de llegar de visita para Navidad, pero terminará formando parte del negocio familiar que detestó toda su vida. Junto a él trabaja su hermano David (Michael C. Hall), un hombre reprimido quien todavía no salió del placard, y posee la misma rigidez emocional que su madre, Ruth (Frances Conroy). La menor de la familia es Claire (Lauren Ambrose), una adolescente rebelde que pasa gran parte del tiempo enojada con su familia y experimentando con diferentes drogas.
Otros personajes que se relacionan con esta familia son Rico (Freddy Rodríguez), el embalsamador de la funeraria, Brenda (Rachel Griffiths), la muy liberal novia de Nate y Keith (Mathew St. Patrick), un policía quien se relaciona afectivamente con David. Es imposible determinar cual de los actores que dan vida a estos extravagantes personajes es el mejor, ya que la caracterización de los personajes, es sublime.
La serie presenta elementos que en su momento (considerando que la misma comenzó a airearse en el 2001) fueron controversiales por ser tan explícitos, tales como las drogas, el sexo, la homosexualidad, la religión y la infidelidad. No obstante, el tema principal de la serie es, obviamente, la muerte, y es su forma de estar expresada lo que causa un efecto tan profundo en el espectador. Al principio de cada capítulo fallece un personaje anónimo, ya sea un hombre descuartizado por una picadora o un bebe que pierde la vida por muerte súbita: la funeraria Fisher & Sons es entonces la encargada de llevar a cabo el velatorio. Es en este momento inicial de cada capitulo, el paso entre aquel que murió y los sucesos de la vida que acontecen después, que uno se percata aun más de esta pequeña línea entre la vida y la muerte.
A lo largo de los episodios, algunos integrantes de la familia Fisher tienen conversaciones con los muertos, mientras los están embalsamando o enterrando. Dichas pláticas son representaciones externas de monólogos que los protagonistas tienen consigo mismos, especialmente relacionados con el tema de la muerte. Uno de los personajes mas recurrentes que “aparece para hablarles del más allá” es el ya fallecido padre. Al parecer los muertos no tienen problema alguno de expresar todo lo que se les pase por la cabeza, de sacar a la luz sentimientos ocultos o señalar las imperfecciones de los vivos a quienes les hablan: parecieran ya no tener conciencia, lo cual se convierte en un pivote para el humor negro tan característico de esta serie. Este tipo de humor va desde el punto de presentar propagandas de productos para embalsar como si fuesen elementos de cosmética, hasta a robar partes del cuerpo de los fallecidos para asuntos personales.
Estuve tratando de poner en palabras que sentí luego de ver los últimos diez minutos de esta serie. No fue sólo la sensación de empezar a extrañar una de las mejores series en los últimos años, sino ese algo que tiene la serie que permite vernos reflejados en nuestra propia humanidad.
Teniendo en cuenta que no tengo cable hace rato, estoy bastante desactualizado con la tele… lo último que ví en HBO (cuando se llamabá HBO Olé) fue el estreno de Ghost in the Shell (?)
Pero pinta interesante eso del humor negro, aunque la parte filosófica de la cosa no me termina de convencer. No me quiero ver reflejado, a ver si me asusto (?)