Art Spielgman relata a través de su novela gráfica ganadora del Pulitzer, Maus, dos historias: una, la de él mismo a fines de los 70, consiguiendo información para este libro sobre las experiencias de su padre durante el Holocausto; y otra, durante los años 30 y 40, de la ocupación nazi en Polonia, en donde vivían sus padres, y sus nefastas consecuencias. Es importante explicar algunos sucesos de la segunda historia para resignificar la primera.
Vladek Spielgman era un comerciante textil que vivía en Czestochawa, Polonia, durante la década del 30. Conoce a Anja Zylberberg, se casan, y al año de matrimonio nace su primogénito, Richeu. Ante este acontecimiento, Anja sufre una severa depresión post – parto y fue internada por un tiempo en un lugar de descanso, del cual regresó al poco tiempo. A principios de los años 40, los nazis comenzaron una paulatina ocupación de Polonia. Al enterarse de la existencia de Auchwitz, Vladek y Anja deciden enviar a su hijo a un gueto seguro, junto a la hermana de Anja y otros niños. Meses después de llegar allí, los alemanes comenzaron a llevarse a los habitantes del gueto a Auchwitz. La hermana de Anja prefería morir por sus propias manos que en la cámara de gas, y se mató junto con los niños a su cuidado, incluyendo a Richeu, con una capsula de veneno que llevaba siempre en el cuello. El resto del relato de Vladek continua con cómo él y su esposa intentaron escapar a Hungría durante la ocupación de Polonia, cómo fueron descubiertos y llevados a Auchwitz, donde fueron separados. Durante el Holocausto, ambos perdieron a familiares y amigos, pero gracias a las vueltas del destino y a la astucia de Vladek, la pareja pudo sobrevivir a Auchwitz y reencontrarse tras la guerra en Polonia. Rehicieron su vida, y tres años después nació a su hijo Arthur.
Cuando el autor de esta novela tenía 20 años, su madre Anja se suicidó tomándose un frasco de pastillas y cortándose las venas. El autor menciona que tiempo antes, él mismo había estado internado en un instituto psiquiátrico, por motivos que desconocemos. Aunque Vladek se volvió a casar con una conocida de la familia que también había sobrevivido al Holocausto, nunca pudo superar la pérdida de su gran amor. Aquí es cuando llegamos al presente, nos encontramos con un Vladek de 70 años, afectado por dos infartos, quejoso de su nueva mujer, y avaro hasta un punto cómico. Art comienza a visitarlo más seguido para realizarle entrevistas sobre su paso por Auchwitz para realizar el presente libro. ¿Pero qué es lo que lleva al autor a realizar esta novela?
Puede pensarse este proceso que realiza Art como una investigación histórica familiar, por la cual pregunta por su genealogía, por las vivencias detrás del grupo familiar. Esta investigación es lo que permite, según los conceptos de la psicoanalista francesa Piera Aulagnier, a un sujeto resignificar un pasado, “poner en memoria y poner en historia un tiempo pasado, y, como tal, definitivamente perdido, puede continuar existiendo psíquicamente en y por esta autobiografía”. De esta manera, el sujeto se construye un futuro, permitiendo que se estructure su nombre propio, que es lo más impropio de uno mismo por habérselo impuesto en un pasado que no es completamente suyo. ¿Por qué Art realiza esta investigación ahora? Menciona que este libro es una forma de reconciliarse con su padre, pero al mismo tiempo puede pensarse que necesita realizar este libro para situarse él mismo como sujeto dentro de esta cadena generacional. Necesita construirse un padre, realizar estos “…procesos psíquicos que conducirán finalmente a la inscripción filiatoria en una cadena genealógica favoreciendo además las condiciones para el trabajo de apropiación simbólica de la transmisión parental de las funciones paterna y materna como proyecto y devenir”. Art debe entender la relación con su padre para poder comprender su propia existencia, y poder transmitir este pasado perdido a las próximas generaciones. Podríamos pensar que por este mismo motivo que Art no tuvo descendencia hasta después haber terminado esta novela.
¿Quién es Art Spiegelman? Para encontrar respuesta a este interrogante que lo guiará en su investigación, el autor necesita conocer las experiencias, por más devastadoras que sean, que vivieron sus abuelos y sus padres. No obstante, puede suceder que estas experiencias demoledoras previas a su propia existencia, puedan cobrar valor traumático. En una conversación que mantiene Art con su esposa, se pueden observar las marcas dejadas por las historias de sus padres:
– “Me pregunto si Richeu y yo nos entenderíamos si él viviera.
– ¿Tu hermano?
– Lo mataron antes que yo naciera. Tenía cinco o seis años. Después de la guerra mis padres siguieron todos los rumores y recorrieron todos los orfanatos de Europa. No podían creer que hubiera muerto. No pensé mucho en el mientras crecía… era solo una fotografía borrosa colgada en el cuarto de mis padres.
– Ah, creía que era una foto tuya, aunque no se te parece.
– Ahí esta la cosa. No necesitaban fotos mías… ¡yo estaba vivo! La foto nunca tuvo berrinches ni dio problemas. Era el hijo ideal; y yo, un desastre. Nunca hablaban de el, pero esa foto era como un reproche. Habría sido medico, y se casaría con una chica judía rica… el miserable. Pero podría haberse encargado de Vladek… es absurdo, tener celos de una foto. Nunca me sentí culpable por Richeu. Pero tuve pesadillas sobre nazis que se llevaban a los chicos judíos. No es que estuviera obsesionado con esto… pero a veces fantaseaba que de la ducha salía Zyklon b (marca de insecticida a base de cianuro que se usó durante el Holocausto) en lugar de agua. Es una locura, pero de algún modo deseaba haber estado en Auschwitz con mis padres, para saber lo que habían vivido. Supongo que es como una culpa por haber tenido una vida más fácil que la de ellos.”
La perdida de un hijo resulta algo quebrado en la psique de Anja y de Vladek, y puede transmitirse a las siguientes generaciones, como la psicoanalista argentina Yolanda Gampel, como traumas. La muerte del primogénito Spiegelman no se hablaba en la casa, no era un tema de conversación, pero su imagen siempre estaba presente. No retorna como lo siniestro a través de Art, ya que no se trata de un secreto familiar, pero se transmite una significación no dicha que tiene una fuerza inconciente, como sucede en los sueños con niños judíos como en la fantasía de que salga el veneno que utilizaban en Auschwitz de la ducha. Art se siente a la vez culposo y celoso por la existencia del hermano que no conoció, y esto puede estar relacionado al lugar que Vladek y Anja le asignaron desde antes que naciera: Art tendría que vivir su vida y la vida que el hermano no vivió, y esto estaba implementado desde el momento en que se sabia que iba a nacer. La vivencia de estos hechos terribles que no pueden ligarse a ninguna representación, y produce lo que Gampel llama “identificación radiactiva”, entendiéndose por la misma un proceso de penetración en el aparato psíquico de aspectos terribles, sin que el individuo tenga ningún medio de protección. Puede entenderse mejor la idea como la detonación de una bomba atómica que se propaga y deja devastación en su camino. Estos son los residuos radiactivos, que son elementos inconcientes, y la generación posterior se identifica con ellos. Hay que tener en cuenta que estas identificaciones radiactivas sólo pueden ser actuadas en palabras o actos: se podría pensar en esta novela gráfica como una forma de exteriorizar estas identificaciones, para que su sobretensión no devenga traumática.
Otro elemento que quisiera señalar es que puede pensarse que las condiciones de depresión que sufría Anja desde su juventud pudieran haber sido transmitidos a Art, teniendo en cuenta que éste, siendo adolescente, estuvo internado en un instituto psiquiátrico por motivos que desconocemos. En el Tomo I de Maus, la nueva esposa de Vladek encuentra una historieta que Art habia dibujado hacia unos cuantos años, en la cual retrataba lo que significo para él el suicidio de su madre. Art se dibujó a si mismo vestido con un prisionero, al igual que como estuvieron vestidos sus padres en Auschiwtz. Luego de describir el suicidio de su madre y su funeral, Art se retrata en una celda, expresando sus sentimientos en el siguiente monologo: “bueno, mamá, si estás escuchando… ¡felicitaciones! Has cometido el crimen perfecto… me pusiste aquí… cortaste mis terminales nerviosas… anudaste los cables… un cortocircuito general. ¡Me asesinaste, mamá! ¡Y me dejaste aquí a cumplir la condena!”.
La severa depresión que sufrió Anja durante el Holocausto parece haberle llegado a Art en la forma de ser un prisionero de este trauma que se trasmitió entre generaciones; hay un eterno retorno de lo no elaborado, esta vez, manifestándose a través de la historieta. Por otra parte, en una conversación previa con su mujer, Art le comenta que “de chico solía pensar a cual de mis padres dejaría que los nazis metieran en el horno, si pudiera salvar a uno. Casi siempre salvaba a mi madre. ¿Te parece que eso es normal?”. Gampel toma de Judith Kestenberg el concepto de “transposición al mundo del pasado”, por el cual los hijos de las victimas de situaciones de violencia como lo fue el Holocausto, penetran en la atmósfera del pasado y cumplen el papel de los seres queridos perdidos. Art tiene la necesidad de salvar a su madre, pero, ¿por qué a ella? ¿Por qué no a su padre? Este elemento que, en mi interpretación, se transmitió entre madre e hijo es lo que lleva a Art a querer salvarguarla, y asimismo, salvarguarse a él mismo.
Para finalizar, quisiera mencionar que luego de finalizar este trabajo, me pregunte porque esta novela grafica y este tema me impacto tanto. Podemos especular de que de alguna manera yo también estoy realizando una investigación histórica familiar, no sobre mi familia particular, sino en cuanto la situación que tuvieron vivir nuestros antepasados cercanos en Polonia. Más allá de lo familiar, hay algo en común entre Art Spigelman y mi persona: las vivencias traumáticas que vivió nuestra progenie, y cuya manifestación traumática se va diseminando de acuerdo a la singularidad de cada familia.
Me encantó!
una alegría volver a verla a Laurita, y es imposible no pedirle más.
Muy interesante, me enganche leyendo che… voy a googlear “Maus”, ja.