Alguien me dijo hace poco que para ver buenas películas una técnica es seguir el recorrido de los directores que te gustan. De manera inconciente hace bastante que aplico esta técnica con gente como Tarantino, Eastwood, Kim Ki-duk y Lars von Trier. Mi relación con los hermano Coen como mínimo, es azarosa. Porque no vi todas sus películas, ni siquiera su “hits” como "Fargo". Solo me enamoré de ellos en “Quémese después de leer” y “El gran Lebowski”, y quise olvidarme de ellos por completo en “El amor cuesta caro”. Es como que ellos siempre estuvieron ahí, pero por H o por B solo me acerqué un par de veces para despejar mi cabeza. No por investigación.

Temple de Acero (True Grit) es una de esas películas en las que no te enamoras, pero te saca muchas sonrisas. Si bien todas las críticas que leí hasta la fecha les dan con un caño por el simple hecho de dejar de ser “los hermanitos rebeldes de Hollywood”, yo me alegro terriblemente de que se haga un western. Este género que en la actualidad está muerto (no me digan que porque se estrena una película cada cinco años s lo puede considerar vigente) es un lugar poco explotado al menos para mí. En los últimos años pude ver clásicos del género, pero muy pocos. Y sin duda esta remake de  Joel y Ethan te dan ganas de no solo ir a ver la original, sino de viciar todo un fin de semana con la filmografía de John Wayne.
La historia en sí es obvia: niña valiente que quiere vengar el asesinato de su padre y para eso contrata al Marshall Cogburn interpretado por Jeff Bridges, un hombre que como leí en otro blog ya forma parte de las grandes ligas de actorasos. En la aventura se va a ir forzando un relación entrañable entre ellos, en la cual también participa Matt Damon formando una especie de familia del far west. La película es prolija, no tiene grandes cameos. Si buenos escenarios, fotografía e interpretaciones. Es una película épica que habla de la misma historia de siempre (remanida ya en millones de films) pero que funciona y no deja de emocionar. Cualquier puede encariñarse con los personajes.
Muchos han dicho que está película no le llega ni a los talones a la versión original de Henry Hathaway, basado en el libro de Charles Potis. Puede ser que sea cierto, espero verla para el próximo post y aportar una nueva mirada. Pero hasta el momento creo que sigue siendo una buena película, recomendable y que satisface al espectador.

Por otro lado también vi “Conocerás al hombre de tus sueños” de Woody Allen. Una futura Psicóloga ya habló hace tiempo sobre la caída en picada de este director, y está es una muestra más de esa teoría. Las actuaciones como siempre están correctas. Anthony Hopkins está bien y Gemma Jones como madre desquiciada está excelente (realmente dan ganas de golpearla). Pero la historia no cierra, como siempre mete un montón de historias con muchos personajes y siempre dando vuelta alrededor de los mismos temas. No tiene ritmo y cuando llega el final decís “y pero que paso con los 20 personajes que aparecen??”. Hay pocas cosas rescatables: la música, Londres y Freida Pinto que es hermosísima y cada vez que sonríe en pantalla desarma al espectador por completo.

Por último (y cambiando totalmente el ángulo de la información), me encantaría poder hacer una breve reseña de lo que fueron lo vestidos de los Grammys entregados el domingo pasado. Pero la verdad es que fue una competencia de a cual más feo… y para eso ni me voy a gastar.

Si todo sale como lo esperado, a la vuelta de mis vacaciones hay un post de la obra de teatro de Florencia de la V (“¿Y donde está el mafioso?”) y voy a tener vista la versión original de Temple de Acero.